sábado, 18 de junio de 2011

[...]

- Por aquí, sigame. Seguí a aquella anciana que me resultaba tan familiar, aunque fuera un poco extraña. Me encontraba al final del pasillo donde solo había una puerta.
- Es aquí señor.
- Gracias, muy amable...
Pero cuando entre ahí no había mas que una cama y un "aseo" si es que se le podía llamar así...
- Oiga, oiga! Yo venia a visitar, no a que me encerraran.
- ¿No se acuerda usted de que hace unos años mato a una anciana para robarle? La tiene usted delante, y ahora el muerto es usted, dado que en esta celda dentro de 24 horas se expanderan gases tóxicos de todo tipo. Buenas tardes.

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