Diciembre llega, y con él, los gorros, abrigos, bufandas y botas. Me estremezco cuando veo caer los copos de nieve sobre la gélida superficie. El frío invade mi cuerpo, y me encanta. Procuro que no se me noten demasiado las ganas que tengo de que llegue la tarde de sábado, para poder tumbarme en el sofá y esperar a que empiece la película en compañía de unas buenas palomitas y mi descafeinado de máquina.
Llámame rara, pero me encanta el invierno, su frío, el aire esperanzador que echamos por la boca al suspirar, y los buenos encuentros con una taza de chocolate entre las manos.
Diciembre es sin duda uno de los meses más maravillosos del año. Me trae toda la tranquilidad que necesito.
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